Hastío


Tenebrismo (Raquel Méndez)


Ante los ojos, sólo sombras. El alma deshaciéndose en jirones nominales, cheques canjeables por tristezas. La vida deshaciéndosele en lluvias infecundas. Y la muerte haciéndole el cortejo, en un frustrado juego de seducción. El peso de un inmenso hastío haciendo ceder todo bajo sus pies.

Esa noche tuvo en sus manos la muerte, redonda, blanca, diminuta y múltiple. Pese a su aparente levedad, resistió el único hilo de cordura sobre el que aún se mantenía en un frágil equilibrio casi imposible.

Venció, y sintió el pánico de lo no ocurrido. Resistió el hilo. Pudo no haberlo hecho. Y entonces se habría sumido en la nada.

Se vio a sí misma penetrando la tiniebla de la locura, sin consciencia ni miedo, ni sentimiento alguno. No era terrible, no era pavoroso, ni temible, no era NADA.

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