Amor verdadero


Nunca recibirás, amor, la rosa blanca que desearía dejar cada mañana sobre tu mesa para alegrarte la jornada; no recibirás nunca en tu casa la docena de rosas que desearía enviarte cada tarde para que su belleza y su fragancia la impregnaran. Nunca, mi amor, verás en mis ojos lo que siento ni mi voz dejará traslucir cuánto te amo. Querría cogerte de la mano y pasear, compartir contigo un café, una sesión de cine, una cena romántica en cualquier lugar encantador... Querría poder compartir tus desayunos y tus noches, caminar contigo bajo la lluvia, querría hacer todo eso que hacen los demás enamorados. Pero nunca te diré "Te amo". Ni te daré ninguna muestra de mi amor.


¿Qué pensarías si, al llegar cada mañana a tu trabajo, vieras adornando tu mesa un rosa blanca? ¿Qué sentirías al recibir cada tarde una docena de rosas sin saber quién las envía? Tal vez empezarías sintiéndote halagada, comenzarías a imaginar un romántico caballero enamorado al que terminarías deseando conocer; probablemente intentarías descubrir la verdad y quizá llegarías hasta ella. ¿Qué ocurriría entonces? Sufrirías, sin duda. Y yo te quiero demasiado para hacerte el menor daño. O tal vez te inquietarías y te invadiría el temor, podrías llegar a creerte objeto de deseo de un desequilibrado del que no sabrías qué esperar. Te amo demasiado para robarte la tranquilidad.
Seguiré ocultando lo que siento porque no tengo otra salida. Es así de duro y de sencillo. Seguiré amándote y no te lo diré ni te lo demostraré nunca por una razón que sin duda entenderías: yo soy lesbiana; y tú, una hermosísima hetero dotada de exquisitas imperfecciones que te hacen única y PERFECTA.

Raquel Méndez 2006

No hay comentarios: